CARLOS CUELLAR GONZALEZ
Cuando el ser hombre es un placer y un dolor constantes, la vida se llena de preguntas ambiguas, cuyas respuestas sólo se encuentran viviendo.Entonces las respuestas siempre están en el minuto que se vive; siendo hijo, creyendo ser amigo, inventando ser amante, y en mí, intentando ser pintor. Es así como en la realidad de ser hombre caben tantas palabras y variaciones, que tal vez es un tema inagotable. En él pueden confluir la alegría y la tristeza; momentos vividos que se graban en los ojos, en los pensamientos, en las manos, en los sueños, en la piel, en los sentimientos, en el corazón.Y así, partiendo de mí, aparecieron los hombres en mis lienzos. Tal vez mis primeros cuadros eran mi manera de escribir una historia personal, pero con el tiempo ellos mismos, solos, han ido más allá buscando ese hombre que quieren ser. Juntos hemos transitado pletóricos de color el pasado y el presente y hemos jugado a inventar el futuro. Ellos me han enseñado nuevas posibilidades de ser hombre. Aparecen palabras nuevas, algunas desconocidas para muchos, hasta por mi mismo, como ternura, ambición, poder, amistad, locura, sexo; que poco a poco amplían el significado, y que con ayuda de un lenguaje propio de color se expresan en azul, rojo, amarillo, verde, naranja y violeta, luz y sombra, y sus infinitas posibilidades. Todas esas opciones, mías o de otros, son las que me interesan. Por eso mis hombres hablan de soledad, sueñan con el amor, viven la santidad, arremeten contra la ignorancia, aman la homosexualidad, creen en Dios, ríen de ansiedad, sufren el abandono, se hacen sensuales, disfrutan su debilidad, piden perdón, lloran la indiferencia, trabajan en el silencio, ... son hombres. Eso es lo importante, esa es la identidad. Porque creo que no es necesario tener un nombre, ni una cara, ni siquiera huellas digitales, lo importante es ser hombre en toda la amplitud de la palabra; esto quiere decir, con el espíritu abierto a todas las posibilidades de la masculinidad. Es claro que no se pueden transitar todos los caminos a la vez, aunque es posible caminar varios al mismo tiempo, y aunque no es necesario vivirlos todos, pienso que se debe tener conocimiento de la existencia de todos y cada uno de ellos, y considerarlos como una posibilidad de rumbo. Esa es mi búsqueda. Yo mismo a veces solo transito algunos, los de mi propia vida, y soy consciente de que la lectura de mis hombres puede variar y el universal lenguaje de los colores, los sentimientos y las sensaciones, tenga siempre un significado diferente. Es entonces cuando mis hombres y yo, hemos trascendido lo masculino y siendo hombres hemos descubierto que siendo hombre o mujer, lo verdaderamente importante es que antes que cualquier cosa, somos simplemente humanos y por eso los sentimientos nos son comunes a todos y somos capaces de advertir o adivinar en otros corazones nuestro propio corazón.